Si los cónyuges deben o no tener un rol, es de las conversaciones más difíciles que las familias pueden tener. He visto conflictos fuertes entre padres e hijos, entre esposos, entre hermanos cuando se toca este tema.
Salen frases cómo:
“Es mejor que no se enteren de todo lo que tenemos”
“Y si te divorcias y él es el CEO, ¿qué hacemos?”
“Mi esposa tiene la experiencia y nos podría aportar muchas ideas”
“Si la contratamos, hay un conflicto de interés”
“Mi esposo no se siente parte de la familia”
Teniendo en cuenta que la empresa familiar usualmente es el punto sobre el cual giran las conversaciones y la atención de la familia, hay un problema.
El problema, es que en el 90% de los casos, los cónyuges sienten que no los tienen en cuenta. En vez de sentirse ALINEADOS con la familia se sienten ALIENADOS por la familia. Se sienten rechazados.
Pero rechazarlos y aislarlos no es la intención de la familia. Mucho menos que se sientan mal.
¿Entonces qué hacemos? ¿Los incluimos?
Sí.
En espacios y foros adecuados.
Por ejemplo, en la Asamblea de Familia.
Es un espacio que las familias empresarias tienen (por lo general) 1 vez al año para compartir temas generales de la empresa, escuchar ideas y puntos de vista, capacitarse, fortalecer las relaciones familiares, promover el desarrollo personal de cada miembro de la familia…
Los cónyuges son familia. En la mayoría de los casos tienen grandes aportes, les importa la empresa, la familia y sus contribuciones tienen un gran impacto en el sistema.
Les sugiero que tengan esta conversación difícil y establezcan lineamientos sobre espacios de participación para el bienestar de la familia y la empresa.
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