Es una decisión racional que tiene un gran componente emocional. Genera temor por las implicaciones familiares que puede traer y el miedo de promover un conflicto mayor al que ya existe. Se hace evidente la complejidad de una familia empresaria, en donde sus miembros tienen diferentes “sombreros” o roles y por lo tanto necesidades, expectativas y motivaciones.
¿Cómo podríamos evitar llegar a ese punto?
Un primer paso podría ser conversar sobre cómo va a funcionar la familia en la empresa: definir de manera muy clara y objetiva las expectativas, funciones y responsabilidades. También definir el tipo de remuneración, beneficios, a quién deberá responder dentro de la organización y si tendrá personas a su cargo. Cuales decisiones tendrá la libertad de tomar por su cuenta y cuales deberá consultar.
Ojalá definir desde un inicio, el conducto regular para la desvinculación de un miembro de la familia. ¿Cuales serían las razones que llevarían a un despido? ¿Participarán terceros externos a la familia en esa decisión? Puede ser útil contar con herramientas como evaluaciones de desempeño, que brinden una perspectiva objetiva frente a una decisión tan trascendental.
Es muy importante que existan espacios de retroalimentación y comunicación constante. Sobre todo, desde el primer momento en que se empiecen a presentar dificultades, hablar sobre ellas. Ojalá sean conversaciones francas, claras en las que conjuntamente se evalúen diferentes opciones y se establezcan acuerdos, sobre todo teniendo como faro orientador la unión familiar.
¿Cómo tener “esa” conversación?
En varias ocasiones les he hablado sobre el libro Family Business on the Couch, de Randel Carlock, Manfred Kets de Vries y otros. Los autores mencionan un ejemplo claro y diciente:
El hijo ha tenido un rendimiento muy bajo en la empresa familiar y el padre ha conversado varias veces con él al respecto. Finalmente, el padre invita a su hijo a la casa, le dice que su rendimiento no ha sido satisfactorio y que está despedido. Luego el padre toma 2 toallas, le entrega una a su hijo y le dice “Hijo, escuché que acabas de perder tu trabajo. Vamos al jacuzzi y hablemos de tu vida y tu carrera. Quiero escuchar tus ideas y quiero saber qué puedo hacer para ayudar”.
No hay formula mágica para evitar este tipo de situaciones. Sin embargo, si la decisión debe tomarse, es fundamental separar el espacio empresarial del familiar. Así como en el ejemplo, puede que la relación laboral termine, pero la relación familiar continua, con apoyo, comprensión, cariño y demás valores que son la base de la cohesión de una familia empresaria.
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