Hace poco di una serie de conferencias en Bogotá para FBN sobre resolución de conflictos para familias empresarias y pasó algo inesperado que me encantó.
Estaban varios miembros de la 1 y 2 generación y hablábamos sobre los retos y conflictos que surgen en la transición generacional y cómo la expresión de la admiración es una herramienta que “suaviza” un poco este proceso.
Cuando estábamos hablando que en algunos casos hay resistencia por parte de la generación actual a “soltar” el liderazgo de la empresa, surgió una discusión (muy respetuosa) entre un padre y su hijo.
Entendí que era un tema que les había causado conflictos desde hace un tiempo. El papá le decía a su hijo: “Es que yo se cómo hacer las cosas y siento que no valoras mi experiencia”.
En ese momento, el hijo tomó la mano de su papá y le dijo “te admiro”. A ambos se les aguaron los ojos (obviamente a mi también).
Con esto, no es que el problema de fondo haya quedado solucionado, lo que SÍ pasó fue que la tensión disminuyó y el papá se sintió reconocido en su conocimiento y experiencia por su hijo.
No es la primera vez que veo que una expresión de admiración empieza a sanar y/o fortalecer una relación.
He visto como la expresión de la admiración es el primer paso para poder abordar los temas desde una emocionalidad más tranquila, reconociendo los aportes que cada uno trae a la mesa y sobre todo con la comprensión que la relación y la unión familiar prevalecen ante cualquier cosa.
⭐Les cuento que ya no tengo la fortuna de tener a mi papá conmigo, pero acá va: Te admiro pá y siempre te admirare. ⭐
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